lunes, 21 de marzo de 2011

Gracias Lute por tan rica herencia...


Últimamente paso mucho tiempo en el campo y cada día veo como brotan los árboles con los primeros rayos de sol. Cuando era pequeño acompañaba y ayudaba a mi padre con algunas tareas agrarias, siempre me hacía entender  (aunque no con palabras), lo maravilloso de aquella labor y el profundo amor que sentía por ese trocito de tierra donde pasaba el poco rato que tenía libre. Yo  no llegaba a comprender dónde estaba la gracia en ponerte a trabajar en tus ratos libres, para recoger una escasa cosecha que probablemente comprarías en cualquier frutería por la mitad del dinero que se habría gastado en: semillas, agua, abonos, herramientas, gasolina… Además de su propio tiempo. Creo saber por qué del esfuerzo ante la aparente poca recompensa.
Es cierto que las apariencias engañan…
El premio a tal sacrificio no estaba solo en la recolecta, de alguna manera o de todas sentía las gracias recíprocas de la simbiosis entre él y la tierra. Pienso que en estos quehaceres encontraba el sentido de la vida, eso que él sentía trataba de enseñármelo  haciendo que le ayudase en las faenas del campo, sabedor de que yo no lo entendería hasta quién sabe cuándo, nunca trató de forzarme. Intuyo hoy, por qué nunca desperdició sus palabras en algo que debía aprenderlo por mí mismo, merluzo de mí han debido pasar 28 o 30 años para darme cuenta.
Albergo aún multitud de recuerdos sobre todo colores, olores y sabores. He visto mil veces las ramas brotar pero nunca me había fascinado como ahora.
 Hoy de nuevo, he recogido de la rama que  sembró y con el tiempo injertó para que de un solo árbol yo pudiese recoger, naranjas, pomelos y limones dulces.
¡Que maravilla a la vista! (Para todos mis sentidos) Puedo ver, oler y saborear... Otra vez esos matices cromáticos, aromas y sensaciones.

Gracias Lute. Aunque me dio tiempo a darte las gracias por todo, a decirte adios y cuanto te quiero, gracias también por tan rica herencia…