jueves, 28 de abril de 2011

Fotos encontradas en un baúl

Hoy he visto unas fotografías que he buscado durante mucho tiempo, con ellas he vuelto a revivir recuerdos ya olvidados. De no haberlas visto de nuevo probablemente habría desaparecido para siempre de mi memoria. Me alegro haber evocado esos acontecimientos ya lejanos. Al fin y al cabo somos lo que vivimos y parte de quien se ha cruzado en nuestro camino. Como todo en la vida, nada es perfecto y gracias a esa imperfección la vida es tan increíblemente deliciosa. Pero a la vez dolorosa. Dolor causado por descubrir que dentro de esa vida que dejé atrás, existía un yo que hoy no reconozco, un yo malvado, despreciable, agresivo, irrespetuoso, ofensivo, incluso sociópata. Un yo que hoy por hoy creo que no vive en mí, pero vivió. Los recuerdos en realidad son borrosos, incluso juraría que nunca pasaron, pero pasaron. Es cierto que probablemente cada uno tiene una percepción de los hechos diferentes. Y pienso que el mal y el bien es relativo, pero hay circunstancias donde E=mc2 pierde todo el sentido y el gran Einstein me daría la razón. Pero claro, si no hay mal tampoco puede existir el bien. Si no hay riqueza no puede existir pobreza. Del mismo modo no se habría inventado la palabra amor sin el odio. En el fondo dentro de todos nosotros hay ángeles y demonios, belleza y fealdad, vida y muerte. Espero que mis demonios nunca más me acompañen o al menos, si deben estar. Porque es ley de vida. Que me observen de lejos. Siendo fiel a mi filosofía de la vida y habiendo sido sincero reconociendo mis malas acciones,  he de decir que dentro de esas fotos también he reconocido a un joven, casi niño, lleno de inquietudes, noble, apasionado, divertido y amado por quien le rodeaba. Me siento abrumado por  ese feedback  repleto de vivencias que han aflorado por la vía del recuerdo.

La sensación final que me queda es una inmersión dentro de las imágenes. Como un largo beso, muy dulce, con  sabores nunca olvidados, lleno de perdón y con ligeros matices amargos. En algún sitio escuché que el instante antes a un beso, ese milisegundo que precede al contacto de la unión de ambos labios, es tan especial, por la inevitable promesa de lo que puede venir después. Y hasta hoy estaba deacuerdo. En cambio ahora. Creo estar seguro de que lo increíblemente delicioso no es la pausa anterior al beso, sino la inmersión en el beso en si mismo, sin nada más, sin promesas. Solo el impulso del deseo de besar, espontáneo y sincero, lleno de verdad. Pues bien con esa verdad me quedo. Con esa sensación que una simple imagen fotográfica ha impregnado en mi boca.

Me he propuesto recuperar a  varios amigos/as que aparecen en algunas de las fotos que he encontrado en mi baúl, amigos de verdad que por culpa de mi vida acelerada, de mi mala cabeza o que sé yo. Los dejé  en el camino sin motivos aparentes. No sé por qué pero me apetece mover el pasado. Tampoco sé que encontraré en él, pero esa incertidumbre me llena de vida. Ya os contaré…


No podía acabar el día sin un poemita asimétrico.

Ojos vivos, profundos, curiosos casi entrometidos.
Alegres rachas de viento vienen al encuentro.
Cruces de palabras colmadas de azahar y abril.
Aquiescencia silenciosa casi pretenciosa.
Ligera impaciencia con algo de intriga.


Vuelvo a poner el reloj
Con la alarma sobre las dos
Algo me sabe a...Japón
Mañana cambiaré otra vez la hora, esta vez a las seis y veinte de la tarde...no sé por qué.
Tal vez sea la hora de los ángeles.
Que sigan revoloteando...