sábado, 7 de mayo de 2011

Repoquer de diamantes...

Mi fugaz viaje por Italia me ha llevado hoy a visitar Florencia la capital de la bella Toscana. He visto la catedral de Santa María del Fiore, la Plaza de la Signoria, siguiendo un recorrido hasta el Río Fiume Arn o. Hasta ahí han aguantado mis piernas. De recuerdo me llevo dos ampollas en los pies (gracias a unos botines que creía cómodos), sorpresa por descubrir la magia de ciudades con tanta variedad de monumentos renacentistas, muchas sonrisas y risas de mi Daniela pronunciándolo todo con acento italiano y una sensación que siempre tengo cuando marcho de un nuevo país para mi. Esta impresión es una ligera nostalgia como si ya hubiese estado antes y me fuese de casa para siempre sabiendo mi improbable vuelta. Pero también percibo una parte dulce, volver a mi ciudad. Esta vez me hace especial ilusión siento que me esperan cosas muy buenas. Ya que pienso que la vida son ciclos y acabo de pasar los tres peores años de mi vida vivida. Como gran optimista que creo que soy siempre encuentro el lado positivo de lo malo, normalmente digo que yo únicamente aprendo de mis fracasos aunque es cierto que el éxito hay que disfrutarlo todo lo que se pueda (nunca sabes cuando volverás a tenerlo).
Este último año he trabajado duro profesional, personal y espiritualmente. Pienso que he hecho mis tareas y percibo que se acerca mi premio. Sé que soy un tío afortunado, como dice mi amigo Javi (un borracho muy cachondo) siempre consigo todo lo que quiero. Esta vez solo quiero vivir. Nunca había tenido la sensación de conocerme como me conozco y he descubierto que me caigo muy bien.

Ayer os hablé del último título que he terminado de leer. << Si tu me dices ven lo dejo todo, pero dime ven >> intentando no putear al que no lo haya  leído y pretenda hacerlo, contaré otra parte que parece interesante pero esta vez a mi manera. 

A lo largo de la vida se van cruzando por tu sendero perlas en forma de persona, seres que de alguna manera te marcan. Tan solo cinco o seis a lo sumo siete de esas perlas se convertirán en diamantes y formarán para siempre  parte de ti y tú ellos. Un vínculo que nada ni nadie podrá separar, ni vosotros mismos, aunque estéis a diez mil kilómetros de distancias de alguna forma seréis solo uno y esos cinco o seis trozos conformarán gran parte de lo que eres. Solo los diamantes tienen el privilegio de influir en tu vida de manera determinante, Solo ellos te pueden hacer reír hasta el éxtasis y llorar hasta la desolación. Solo un diamante puede penetrar tu alma. No los eliges. Se forman como el agua subterránea se convierte en lago, como una semilla que cae se convierte en flor. La magia se encarga de ello...