jueves, 28 de enero de 2016

El tiempo. ¡Ay!, el tiempo…
Que a veces se para, que a veces se acaba, sin adiós ni aviso.
Que hay veces que corre casi como el viento.
A veces se olvida, a veces resuena.
A veces  consciente, a veces quimeras.

Serpentea el cauce del río que empuja el agua y busca la mar,
mas, verdes los juncos que arrodilla el viento parecen vencerse;
retornan mirando de nuevo al lugar donde siempre quisieron mirar.
La llama candente del alma mantiene el rescoldo del niño valiente;
sabedor que al desconocer, conoce y al aprender desaprende,
vino a arrancarse de su corazón  el miedo que el amor provoca,
 y al sonar el arpa de su mente loca, le puso barrotes a la realidad.