El tiempo. ¡Ay!, el tiempo…
Que a veces se para, que a veces se acaba, sin adiós ni
aviso.
Que hay veces que corre casi como el viento.
A veces se olvida, a veces resuena.
A veces consciente, a
veces quimeras.
Serpentea el cauce del río que empuja el agua y busca la
mar,
mas, verdes los juncos que arrodilla el viento parecen
vencerse;
retornan mirando de nuevo al lugar donde siempre quisieron
mirar.
La llama candente del alma mantiene el rescoldo del niño
valiente;
sabedor que al desconocer, conoce y al aprender desaprende,
vino a arrancarse de su corazón el miedo que el amor provoca,
y al sonar el arpa de
su mente loca, le puso barrotes a la realidad.