miércoles, 25 de julio de 2018

Para mi mamá.


Once y veinte. De su cuello cuelga una cruz.
Corre la brava yeguada y va buscando la luz.
Dos golpes de campana, avisan que el sol cayó.
¡Galopa yegua salvaje! al clamor del carrillón.
¡Vuela hacia el infinito! que el niño ya no se abate.
Aprendió a no relinchar, a saber tratar la culpa,
a no correr desbocado, a estar solo acompañado.
A quererse un poco más y también a galopar.
Le dijeron las más viejas, que así se llega a volar.
¡Galopa yegua bravía! mueve tu crines al viento.
¡Vuela! Presumiendo hasta el Valle Verde,
al lado de la cascada, que allí te esperan al rocío,
donde se forman los lagos del agua pura del río.

Julio Valverde Lute. Salud, pura vida y libertad.
Poema cortito sin título.
Acaricia abatido el niño rebelde,
las flores blanca del valle verde.
En el monte de abruptas rocas
deja descanso a los rayos del sol.
Los campos yermos enrojecen,
calmose el aire, por la hora bruja.
Los viejos duendes se le aparecen
Y se limpia de sangre la armadura.
Arrodillándose y mirando al cielo;
clava su espada plata en el suelo.
Abre ventanas y mira de verdad;
al fuego, al aire, a la tierra y al mar.

Julio Valverde Lute. Salud, pura vida y libertad.