miércoles, 16 de mayo de 2018

La piel que habito

La belleza de la exactitud, muere con la ambigüedad.
Ya no se para el tiempo cuando ve las hojas caer,
y no se estremece cuando llega el amanecer.
Ya no corre riesgos cuando libra sus batallas,
y no le teme a la muerte, tiene miedo por vivir.
Ya no camina seguro, son altos todos los muros;
y no duerme a pierna suelta, ahora sufre por amar.
El “quejío” de su garganta tiembla antes de llorar.
Ya la sangre de su pluma no se derrama al cantar.
sus palabras no son ciencia, son dudas del inframundo,
de lugares de este mundo, que nunca habitó jamás.
Por eso ya no se ubica, por eso ya no se ama,
Y se extraña, se daña y oculto queda su duende;
no sabe de qué depende, pende de un hilo su suerte.
Y aunque no encuentra el camino, no se resigna a volar.
Pone a secar sus alas, las lagrimas de su alma
se resbalan por sus plumas, ya no elevan la mirada.
Y pesado su plumaje que aparente no alza el vuelo
persigue el aire caliente, así asciende sin esfuerzo
no tiene que aletear, alienta así su bailar.
No quiere deberle a Ángela lo que no debe guardar.
Ya; No lo quieras tanto, quiérelo bonito.

Julio Valverde Lute.

No hay comentarios: